La culebra que formó el río


El río Jocatán, que atraviesa nuestro pueblo, apareció por la culpa de una culebra. Antes no había agua, fue la serpiente quien la trajo. Dicen que era una serpiente hembra, dejó las riberas hundidas y escarpadas. Por ser mujer no sabía trabajar.

Donde ahora está el río, la serpiente se acostó y toda la noche se escuchó ruido. Parecía que estaba tocando una marimba. La gente sentía mucho miedo: "¿Qué será? ¿Irá a destruirnos?"

El pueblo temblaba, parecía que se estaba meciendo en una hamaca.



Al amanecer vieron un río y más se espantaron. Pasó la culebra y se llevó algunas casas. Pero no era cualquier serpiente esta culebra. Tenía un cuerno en medio de la frente, era grande como una casa y cuando caminaba araba la tierra con su cuerno hasta que brotaba el agua.

La culebra se fue río abajo, y deslumbraba como los relámpagos que se ven cuando llueve. Y tronaba también.

Llegó a un lugar que se llama Conacaste, donde hay una piedra enorme. Allí se detuvo la culebra, ya no pudo pasar, dio la vuelta.

Las montañas se rajaron y las personas tuvieron que subir al monte. Corrieron, pero sus casas fueron barridas por el agua.

La serpiente siguió hasta Santa Bárbara, a un lugar que ahora se llama Encuentro. Allí se topó con un macho, que venía de Ipala. Las culebras se juntaron y así enredadas siguieron bajando. A la serpiente macho se le rompió su cuerno, por venir jugando con la hembra. Y de este cuerno roto se formó una piedra, que se llama Cuerno Pegado. Dicen que cuando el macho volteó a ver a su compañera se le quebró el cuerno. Por eso ya no llegó hasta el Poniente, se desvió para otro lado y ya no siguió para donde iba. La hembra lo perdió.

El mar está lleno de culebras. Las que viven en las montañas bajan al mar cuando tienen su celo, para buscar pareja, y hacen daño cuando bajan. Las del mar tienen a sus yernos y a sus nueras, y las de las montañas bajan a buscar a sus suegros.

Hay otras culebras que bajan sin hacer daño; son las que tienen permiso de Dios. Eso cuentan y nos daría risa, pero ya no, porque las vimos aquí mismo, en nuestro pueblo.


Despertar del jaguar: vida y palabras de los indios de América. (2003). (C. Nine, Ilus.). Secretaría de Educación Pública; Fondo de Cultura Económica.

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