Kukulcán, la serpiente emplumada

 


En el corazón de la mitología maya, donde el cielo y la tierra se entrelazan, reina una figura de inmenso poder y sabiduría: Kukulcán, la majestuosa Serpiente Emplumada. Su nombre mismo es una unión de opuestos: K'uk'ul (la sagrada pluma del quetzal) y kaan (serpiente), representando la dualidad del cielo y la tierra, la luz y la oscuridad, la creación y el conocimiento.

El Origen: El Dios Creador

En el tiempo antes del tiempo, cuando solo existían el mar en calma y el cielo silencioso, dos grandes dioses flotaban en la oscuridad primigenia: Tepeu, el Creador, y Gucumatz (otro nombre para Kukulcán), el Formador. Juntos, unieron sus pensamientos y sus palabras.

"¡Que el agua se retire y surja la tierra!", dijeron. Y al instante, de las aguas emergieron las montañas y los valles. Crearon las plantas, los árboles y los bosques. Luego, dieron vida a los animales, guardianes de la selva. Pero estas criaturas no podían hablar ni venerar a sus creadores.

Después de varios intentos fallidos por crear al hombre (primero de lodo, luego de madera), Kukulcán y Tepeu finalmente encontraron la sustancia perfecta. Moliendo maíz blanco y amarillo, formaron la carne y la sangre de los primeros cuatro hombres, seres dotados de inteligencia y gratitud, capaces de comprender el universo y alabar a los dioses. Así, Kukulcán no solo es un dios del viento y la lluvia, sino un arquitecto fundamental de la vida misma.

 

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