Creación de los animales, el Sol y la Luna



Muchos son los hombres que viven sobre la Tierra. Pasó el tiempo de la oscuridad: la Tierra ha prosperado.

Hay una nueva mujer en el mundo. Nadie sabe su origen ni de dónde viene. No tiene padre ni madre: sólo a Ch'ujtiat, el que la hizo. El nombre de la mujer es Ch'ujnia y tiene un hijo sin padre, al que llama Askun. El niño Askun trabaja y cuida a su madre. Parecen como todas las demás personas pero tienen más poder que ninguno.

Un día Askun regresó de su trabajo y vio en el suelo muchas hojas y flores, como si alguien hubiera estado jugando por ahí. Su corazón se inquietó pero no preguntó nada a su madre porque pensó que ella le contaría. Ch'ujnia guardó silencio y el corazón de su hijo se acongojó más todavía. Cansado de esperar, Askun le preguntó a su madre si le estaba ocultando un hermanito. La madre negó que hubiera tenido otro hijo y se hizo la ofendida. Es que temía que Askun pudiera matar al pequeño que mantenía escondido.

Al otro día Askun insistió y Ch'ujnia aceptó que tenía un hijo y se dejó convencer por Askun para que le presentara al chiquito:

—Aquí está, pues, Ijtzin —exclamó Askun.

—Ése sea su nombre como tú has elegido. Ve que has dado tu palabra de cuidarlo. Quiérelo, enséñalo a trabajar. Ijtzin es tu hermano, tu sangre. Los dos tienen el mismo Padre-Madre.

—Nada temas por Ijtzin, madrecita. Nada malo le va a suceder —respondió Askun.

Pero en su corazón empezó a tener coraje hacia el niño porque era bonito, gracioso y parecía listo. Decidió esperar a que Ijtzin creciera para llevárselo con él a trabajar y matarlo lejos de casa, sin que Ch'ujnia sospechara nada.

Cuando pasó el tiempo Askun llevó al pequeño Ijtzin al monte. Lleno de odio cortó una rama de árbol ch'ib y le pegó muy fuerte. Lo golpeó hasta que su cuerpo no se movió más.

Askun volvió contento a casa y cuando Ch'ujnia le preguntó por el niño, le respondió que se había quedado jugando y vendría más tarde. En eso regresó Ijtzin. No dijo nada. Sólo le entregó a su madre unos frutos del árbol del ch'ib, de la misma vara con que Askun lo había matado. En el corazón de Askun aumentaron las ganas de acabar con Ijtzin.

La segunda vez construyó en el bosque una trampa de rocas para cazar animales. Se aprovechó de la inocencia de Ijtzin para hacer que se metiera en ella, y entonces hizo que todas las piedras cayeran sobre él. Ahora sí estaba contento Askun y se volvió a su casa solo. Pero Ch'ujnia sintió algo en su corazón, como si lo hubiera soñado desde antes. Preguntó por Ijtzin, y su hijo mayor le aseguró que se había quedado cazando. Todavía no terminaba de hablar cuando vieron llegar a Ijtzin con un tepezcuintle para la comida sabrosa. Más enojo, más odio y más coraje subieron al corazón de Askun.

Otro día Askun se llevó a Ijtzin a pasear a la orilla de un río y allí se transformó en fiera. Golpeó al chiquito hasta dejarlo bien muerto, después hizo muchos pedazos con su cuerpo y los fue tirando al agua para que los peces los comieran. Y así fue: Ijtzin se quedó en el vientre de los pescados. Muy alegre estaba Askun. Pero no sabía lo poderoso que era Ijtzin. Apenas había llegado a su casa cuando apareció Ijtzin que traía un gran pescado para la cena.

Pronto Askun invitó a Ijtzin a comer la miel de una colmena. Los dos caminaron hasta el árbol donde estaba el panal, pero Askun subió solo y comenzó a disfrutar la miel sin convidar a su hermano. Ijtzin le pedía miel y él le aventaba bolas de cera que le golpeaban la cabeza. Fueron doce bolas. Ijtzin fingía dolor y gritaba. Nomás con eso se llenaba de gusto el corazón de Askun, porque creía que entonces sí estaba lastimando al chiquito. Y ahí fue donde Ijtzin se dijo: "Todo me hace mi hermano. Muchas cosas ya me hizo. Seguro está que no me quiere y nomás desea mi muerte. Es malo su corazón y mejor que yo acabe con él."

Así que hizo doce tuzas con las doce bolas de cera que le había aventado. Les fabricó dientes y colmillos con palo de ch'ib y luego les dio vida. Las tuzas devoraron las raíces del árbol donde estaba Askun. Mil pedazos se hizo el árbol al caer, y mil pedazos también se hizo Askun. De su lengua, Ijtzin hizo los pájaros cantores; de su pecho, el pájaro negro que se llama wuakuay y tiene un pico blanco hecho con los dientes de Askun. Con su sangre, Ijtzin hizo todos los peces, y del mero corazón formó el ts'usnium, el colibrí, que es tan bonito porque era la vida de Askun. Todos los animales hizo Ijtzin con la vida de su hermano; pero no deseaba la muerte de Askun sino darle una lección para que cambiara su mala voluntad. Fue su gusto llevar a todos los animales para que acompañaran a Ch'ujnia y, cuando al final llegara el colibrí, Askun volvería a vivir.

Así fue como Ijtzin llegó a su casa, contento. Y ahora la madre se afligió por el hijo mayor. Ijtzin la tranquilizó, le dijo que llegaría después, que primero irían llegando el guajolote, el perro y la gallina. Todos estos animales llegaron pronto y alcanzaron a entrar en la casa, por eso ahora viven con los hombres. Pero de repente apareció un perro negro que le dijo a Ch'ujnia:

—Mentira que todavía viene Askun. Ya no va a venir, porque Ijtzin lo mató.

¡Ay, que la madre empezó a llorar y a dar de gritos! Los animales que faltaban oyeron los gritos y se asustaron, echaron a correr. Ijtzin no pudo detenerlos. Jaló por la cola al venado y se le quedó en la mano.

Huyeron los animales y el colibrí no llegó. Todo por culpa del perro malvado. Ahora no todos los animales son domésticos. Porque él se entrometió Askun se quedó muerto ya para toda la vida. Ijtzin no logró consolar la tristeza de su madre.

Ch'ujnia estaba siempre callada, ninguna palabra de Ijtzin la contentaba, ningún regalo.

—Madre mía —le dijo Ijtzin—, ya es hora de partir de aquí. No tenemos por qué quedarnos otro tiempo. Toma las cosas que quieras y nos vamos.

Ch'ujnia tomó nada más un conejo blanco y lo abrazó. Entonces los dos salieron a la llanura y brincaron desde lo alto de su casa. Así llegaron a la punta de un árbol altísimo, y de ahí brincaron a la punta de un cerro y dieron un nuevo brinco muy grande que los llevó hasta el cielo. En el cielo, Ijtzin se convirtió en el Sol, y Ch'ujnia se transformó en la Luna, por eso se mira en la luna la figura del conejo grande que cargaba.

Así fueron los hechos, y así empezó un nuevo tiempo: el Sol por el día y la Luna por la noche. Si Askun viviera habría dos soles, y las personas no podrían descansar, porque uno se escondería cuando ya fuera saliendo el otro. Por eso es beneficio que se muriera Askun.


Despertar del jaguar: vida y palabras de los indios de América. (2003). (C. Nine, Ilus.). Secretaría de Educación Pública; Fondo de Cultura Económica.

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