Juan Thul, Señor de los Toros
Los mayas no conocieron el ganado sino después de la conquista española del siglo XVI. Junto con los toros, los castellanos introdujeron la corrida, fiesta muy del agrado de los conquistados que hasta nuestros días celebran en todos los pueblos de la península yucateca. Los mayas siempre mostraron respeto por los toros y crearon el suyo propio, bestia negra de gran tamaño que habita en las entrañas de la tierra, rodeado de hormigueros y de venenosos insectos que lo guardan de cualquier peligro existente.
El
fabuloso cornúpeta está sentado en un trono de piedra y, según la leyenda,
desde ahí determina a qué torero o toreros ha de otorgar su sagrada licencia
para participar en las lidias celebradas en sus pueblos. Decide también quién
se alzará con el triunfo y quién será muerto por el toro. En los primeros
siglos de la Conquista, los indígenas lo idolatraban como a un dios y
sacrificaban un buen número de reses en su honor.
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