Hapai Kan
La más gruesa y voluminosa de las serpientes mayas. Se le tiene como hija del Infierno y una de las consentidas del demonio Ah Puch, que le permitía gastarse largas temporadas en la tierra donde servía a quienes le proveyeran de alimentos y de un lugar lo bastante extenso para vivir. Sirvió largo tiempo a unos corcovados sabios y luego fue la guardiana de la abuela del Enano de Uxmal, vieja con quien compartía una inmensa cueva. La Hapai Kan es también llamada Kukikán, de acuerdo con el testimonio de los campesinos que entrevistó el sabio Dr. Ligorred Perramón.
La monstruosa culebra defendía a la anciana abuela contra los ataques de los Balames y otros seres malignos. Para mantenerla satisfecha, la vieja, que poseía ciertos poderes mágicos, se apoderaba de los hijos pequeños de los caminantes que pasaban cerca de la cueva y se los daba a comer a la serpiente, cuyo alimento predilecto eran precisamente los infantes. La culebra, según el Dr. Ligorred, mide más de quince metros y casi no abandona la cueva ya que la anciana la mantiene atada a una roca con una enorme cadena.
A las familias que vagan por el lugar y
desfallecen de sed, la anciana les ofrece un poco de agua en una jícara a
cambio de uno de los hijos de la familia, de preferencia el más pequeño, cuyas
tiernas carnes son las más apetitosas para la Hapai Kan. Una historia cuenta
que al fin los Balames mataron a la culebra y que la vieja, que ya había
cumplido mil años, abandonó temerosa la cueva. Sin embargo, los actuales
campesinos, vecinos de Uxmal, aseguran que suelen ver por los caminos del monte
a una anciana acompañada de una serpiente de gran tamaño.
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