H-Wayak'
Lo creó el Ek Chapat, durante una borrachera, reuniendo restos de otros animales con objeto de divertirse. Por nariz le puso la trompa de un elefante como las que vemos esculpidas en las paredes de los edificios de Chichén Itzá. Le formó los ojos debajo de la trompa y la boca en medio del pecho. Le hizo los pies enormes y las manos con las puntas filosas. Y al parecer, satisfecho con su trabajo, le heredó la crueldad y ciertas artes diabólicas que lo mismo lo convertían en un inocuo gusano que en un gigante cuyo mayor placer es andar de noche por las callejuelas de los pueblos y romperle los huesos al primero con que se cruce en su camino.
Las noches que no
descuartiza a ninguna víctima, furioso, se desquita arrancando los árboles de
raíz, arrojando grandes rocas contra las chozas de los aldeanos o arrebatando a
los pajarillos que duermen en sus nidos para destrozarlos y comerse sus
corazones.
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